Ángela y el síndrome de Stendhal

Lo siguiente es algo que le escuché decir a Ángela alrededor de 200 veces en mi vida: «Esta película habría sido mucho mejor si en lugar de protagonizarla -inserta el nombre de algún actor famoso- la hubiese hecho alguien de perfil bajo». Lo cierto es que ella encuentra poco consuelo en Hollywood, donde la industria del cine suele creer que el poder de las estrellas es a la recaudación de entradas lo que el Mardi Grass a New Orleans. Esta admiración que siente por las cosas más simples, también la suele sacar a relucir cuando estamos de viaje.

En 1817, cuando ninguno de nosotros dos había empezado a fumar, llegaba a la basílica de Santa Croce, en Florencia, el escritor francés Henry Beyle. La historia dice que, una vez en su interior, al contemplar tanta belleza y obras de arte reunidas, cayó fulminado sin remedio. Todo el mundo le conocía por el nombre de Stendhal. Me cuesta mucho imaginar que hoy en día alguien pueda morir en similares circunstancias. En el caso de Ángela, estoy convencido de que es más probable que se presente voluntaria para hacer una colonoscopia en algún poblado vietnamita.

Síndrome de Stendhal

Y no porque no sepa apreciar el arte, como por ejemplo mi legendaria tendencia a ser secuestrado cuando hay que tender una colada, sino porque no es fácil de impresionar. El Duomo de Florencia, las ruinas de Persépolis o las pirámides de Giza sucumbieron ante la más grande de las indiferencias. Para ella, la emoción está en conocer personas de culturas distintas a la suya o en un plato de spaghetti vongole al lado del mar.

Sin embargo, hace dos días, mientras preparábamos nuestro viaje a Agra, me preguntaba como reaccionaría al ver el Taj Mahal. (Escribo preparar como si eso implicase algún tipo de ritual especial -no sé, bañarnos en aguas termales o sacrificar una cabra- pero la realidad es mucho más prosaica).  Llegué a Agra convencido de que esta vez su actitud sería diferente. Pero, todavía en éxtasis por otro trayecto glorioso en la confortable red de ferrocarriles India, y mientras buscábamos donde pasar la noche, Ángela me trajo de vuelta a la realidad: ‘’No sé yo… Tengo unas expectativas muy altas, a ver si es tan bonito como dicen’’ ‘’¿Y por qué tiene tanta fama? Vimos cosas parecidas en Irán, y no se habla tanto de ellas’’ o mi favorita, ‘’La gente exagera mucho cuando está de viaje, para hacerse los guays’’.

El despertador sonó temprano. ‘’¿Qué tal dormiste?’’ me atreví a preguntar. ‘’Fatal. Además, me acribillaron los mosquitos’’. El día prometía. Antes del amanecer, nos dirigimos hacia la puerta oeste del recinto. Tardamos un buen rato en poder acceder, gracias a la troglodita costumbre en este país de separar la cola de los hombres de la de las mujeres, y también a que Ángela creyó conveniente llevar una navaja en la mochila. Después de convencer a los guardias que no estábamos allí para agredir a nadie, nos dieron permiso para poder entrar.

Mientras nos dirigíamos a contemplar una de las obras de arte más admiradas de todo el  mundo, en mi cabeza solo cabía un pensamiento. ‘’Está perdido. No tiene ninguna posibilidad’’, me repetía. Su propia personalidad, unida a una mala noche y al hecho de venir armada eran un obstáculo insalvable, incluso para el Taj Mahal.

Taj Mahal La India

Pero… ¿sabéis qué? En esta ocasión, el guión de la película fue diferente. Los dos salimos contentos en las fotos. E incluso me costó convencerla de que en algún momento tendríamos que salir de allí para continuar con nuestras vidas. Casi cinco horas después, lo conseguí. No es necesario que os explique cuanto nos gustó. Simplemente, hay que verlo. Punto.

Taj Mahal
Bonito por delante…
Ángela y el Taj Mahal
Por un lado…
Taj Mahal
Por detrás…
Taj Mahal
En blanco y negro…
cerveza con vistas al Taj Mahal
… Y desde una cierta distancia

‘’¿Y ahora qué?’’ le dejé caer. ‘’Ahora nada. Es lo mejor que vamos a ver nunca’’, sentenció. Y puede que tenga razón. Aunque todavía nos queda mucho camino por delante, y no pierdo la esperanza. Y en la vida, como en el cine, la esperanza es tan valiosa como la última botella de ron en un barco pirata somalí. Así que, del mismo modo que los aficionados al cine harán cola para ver la última película infumable de Al Pacino con la vana esperanza de que están pagando por otro Scarface, personas en todos los rincones del mundo pagaremos por visitar distintos monumentos históricos con la misma vana esperanza de ver otro Taj Mahal.

Nadie se equivoca al hacer eso. Hollywood seguirá produciendo películas con actores muy conocidos. Los monumentos más importantes del mundo seguirán atrayendo millones de turistas cada año.

Pero no esperéis que Ángela se impresione.

 

17 comentarios en “Ángela y el síndrome de Stendhal

  1. Ainsss… mi Angeliña no cambies nunca, Tu siempre tan auténtica. Creo que Javi te ha descri6a la perfeccion.
    Me he reído un montón con el tema de la navaja, ¿ya me explicarás el motivo que te ha llevado a pensar que debía a de ir armada?¿ y donde has conseguido tu una navaja? 🤣🤣

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  2. Ángela con navaja? ??no me lo puedo creer. ..javi vigila que cualquier dia se le da por comprar una 🔫

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    1. Es una navaja suiza. Que conste en acta que la llevaba para pelar fruta. O eso dice 🙂

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    2. Para tranquilidad de todos: es una navaja suiza que nos regaló un gran amigo, siempre la llevo por lo que pueda surgir… Como pelar fruta mal pensados😂

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  3. En las fotos es precioso,no me imagino verlo de verdad y de cerca .Suerte tenéis de vivir todo lo que nos vais contando, aunque yo no sería tan valiente💋💋💋💋💋💋💋💋💋💋💋

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    1. Es una experiencia única, quien sabe, igual algún día te animas…😘

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  4. Deja de molar, desgraciado. Ya eras el más guapo, el más simpático, el más amable… ¿Ahora también quieres ser el que mejor escribe?

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    1. 🙂 🙂 🙂 Nunca me habían mentido así de bien. Pero muy muy agradecido, mestre! 🙂

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  5. Jajajaja!!!
    La verdad es que el chaval tiene talento para la narrativa.

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  6. Muy bien Angela, hay que ir siempre preparado/a, quien sabe si de repente una orda de zombies indios aparecen de la nada y hay que luchar contra ellos!!?? Un abrazo gigante familia!!!!

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    1. jajajajaja! Seguro que son más pesados que los zombies estándar. Suerte que piensas en todo, chef! 🙂 Un abrazo!

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