El universo paralelo de los emojis todavía es incapaz de transmitir todas las emociones que rigen nuestra ajetreada vida moderna. Hay muchos emoticonos para mostrar felicidad, sorpresa o miedo, pero ninguno que sepa transmitir envidia desmedida, como cuando sé que alguien puede pasar unas vacaciones en Roma por primera vez. Es en esas situaciones donde nos vendría de maravilla una cara de pirata, con una corona real en la cabeza y una espada láser en la mano derecha.
Porque envidio a cualquiera que no haya estado jamás en Roma, una ciudad inigualable, y a todas las futuras generaciones que la verán. Envidio a todas y cada una de las personas que no han pisado el Coliseo ni han visto sus entrañas, aunque para ello tengan que hacer cola durante toda la mañana.
Envidio a quien desconoce que Mandorla, Bacio y Lampone son sabores de helado que abundan en Roma, y a cualquiera que no sabe cuál es el truco para cocinar la pasta carbonara original. También envidio a los que no han sido sorprendidos por un desfile de scooters y a quien nunca se quedó embobado durante un atardecer en el Foro romano.



Envidio a quienes todavía no conocen la plaza de Campo dei Fiori, donde se alza la estatua de Giordano Bruno. Allí, como contaba el periodista Enric González en sus ‘Historias del Calcio’, »Suele ser habitual que, entrada la madrugada, alguien arroje un balón al aire. Entonces, alrededor de 100 personas se juntan en el clásico todos contra todos, carente de reglas, sin porterías, y que siempre termina con la policía barriendo la escena».
Lo asombroso de ese partido, incide el autor, consiste en que »Siempre hay alguno que se queda atrás, defendiendo, por si acaso. Recordemos: no hay porterías, ni marcador. El principal atractivo, suponemos, es abrirse paso entre la multitud y tocar el balón al menos una vez. Pero la defensa siempre siempre está ahí». Envidio, por tanto, a aquellos que puedan descubrir el alma del catenaccio en plena calle.
Envidio a quienes al viajar a Roma por primera vez puedan alejarse del bullicio en lugares como Villa Borghese, su pulmón urbano; y aún más a quienes no han visto llover a través del ojo del Panteón, ni se han tomado una cerveza doppio malto en un bar cercano. (Nota: el centro de Roma, a diferencia de otras capitales europeas, ha resistido algo más la globalización. Hay pequeñas tiendas de ultramarinos, talleres de reparación, zapateros o bares de toda la vida).



Envidio a cualquiera que no sabe en qué lugar asesinaron a Julio César; a quien jamás haya hecho el guiri introduciendo su mano en la Bocca della Verità y a quien no haya dado un paseo nocturno hasta esa locura barroca que es la Fontana di Trevi; envidio incluso a aquellos que nunca han hablado con los conductores de autobuses romanos, conocidos por tener las mismas habilidades sociales que una mofeta; y, cómo no, a quienes no saben dónde está el barrio de pescadores del Trastevere.
Envidio y siempre envidiaré a quien todavía no le han dolido los pies después de caminar durante horas entre todos esos malditos adoquines; a los que desconocen qué se siente al cruzar el puente de Sant Angelo bajo la atenta mirada de sus estatuas; a los que aún no se han dejado el cuello mirando hacia el infinito en la capilla Sixtina. Envidio a quien nunca se ha detenido en ese gran lienzo que es la Piazza de Spagna a ver cómo la vida se esfuma; porque Roma es una ciudad nostálgica como ninguna, que lucha por buscar en la grandeza del pasado un antídoto a lo efímero del presente.
Pero sin duda, a quien más sanamente envidio es a todos los romanos, por ser capaces de enseñarnos magistralmente a querer su ciudad sin que dejasen que pareciese nunca una de esas fiestas chafadas en la que se ha terminado el alcohol.
Literatura pura!!! Un escrito ejemplar de cómo se redacta correctamente sin caer en tópicos ni en aburridas explicaciones como si del diario de un adolescente hormonado se tratase. Bravo!!!
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Me sacas los colores, company 🙂 Intento aportar lo que buenamente puedo. Muchas gracias! 😊
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También nos tenemos que decir las cosas bonitas!!! De verdad que he disfrutado leyéndote!
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Como siempre.. crónica original y didáctica.
Y añadiendo a lugares mencionados.. termas de Caracalla.. el Scavi Tour del Vaticano y como no.. las catacumbas variadas que ofrecen .
Felicidades!!
Envidio no volver de nuevo a la mejor ciudad del mundo —al menos por su historia y sus muestras vivas—.
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Gràcies, Xavi! 🙂 Roma siempre es una buena excusa, las termas me las apunto para la próxima vez 😄 Además, es un lugar muy curioso: no conozco otra ciudad en el mundo en la que en las paredes de los restaurantes cuelguen fotografías con mafiosos y sacerdotes 🙂
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Me ha faltado tener envidia de los que se toman un cafecito de pie en una de las antiguas cafeterías de la ciudad😊
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Y tanto! El café allí es otra liga. A veces ni espero a salir del aeropuerto para tomar uno 🙂
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