Qué ver en Nápoles (antes de morir de amor)

La última película del genial Paolo Sorrentino, “La mano de Dios”, comienza con una vista panorámica de Nápoles al amanecer; un coche solitario que circula por una carretera frente al mar mientras todos duermen. La ciudad más grande del sur de Italia es un laberinto lleno de contradicciones, de palacios barrocos junto a viviendas semiderruidas, de tráfico demente y ciudadanos simpáticos, de obras interminables y con una tasa de desempleo que dobla el promedio nacional. Pero si te estás preguntando qué ver en Nápoles un día cualquiera, has de saber que también es culturalmente rica, acogedora, soleada e impredecible.

Llegamos al puerto tras una reparadora semana en esa genialidad que es la isla de Procida. Fue poner un pie en tierra firme y darnos cuenta de que aquí se vive a muchas más revoluciones por minuto. Nos topamos de frente con el Castel Nuovo (Maschio Angioino) y seguimos el camino del mar hasta llegar a la monumental plaza del Plebiscito, donde lucen edificios como el Palacio Real, la Basílica de Francisco de Paula o leyendas como el Caffè Gambrinus.

Mi primera corazonada fue pensar que yendo con un carrito de bebé, los impulsivos conductores napolitanos tendrían piedad de nosotros cuando viesen nuestras intenciones de cruzar la calle. Pero mis presagios fueron hechos pedazos en el primer paso de peatón. Y aquí encontramos una valiosísima lección: Nápoles es genuina en su sentido más amplio; no existe para complacerte ni para mostrar una falsa realidad, como sí ocurre con la mayoría de ciudades que reciben mucho turismo. Existe tal y como ha sido siempre; o la amas o la detestas; te obliga a posicionarte, no te deja indiferente.

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La plaza del Plebiscito, uno de los básicos que ver en Nápoles (también podrías jugar la final de la Super Bowl)
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Statte buono, Napoli

Esta no es una ciudad cualquiera; las voces son poderosas, los saludos atronadores, las edificaciones memorables, los rituales religiosos fervorosos y los policías están tan impecablemente vestidos como un modisto francés del siglo XIX. Me encanta su teatralidad, el caos oriental de las callejuelas del Quartieri Spagnoli​, la arquitectura que comenzó con los antiguos griegos y terminó con el barroco más exagerado. Me encantan los bares mugrientos donde se sirve café zuccherato; la friggitorie, con sus hornos de leña y sus veras pizzas napolitanas; la extravagancia de la ópera, la más antigua de Italia, donde Verdi fue director musical. 

En el corazón de Nápoles, al ver el ‘Centro Storico’, nos encontramos una urbe completamente eufórica por lo ocurrido el domingo anterior: después de 33 años de sequía, su equipo de fútbol volvía a ganar la liga. A nuestro paso encontramos altares a la Virgen con neón azul y blanco, iglesias decoradas con calaveras talladas, mujeres con camisa de manga larga y tacones infinitos bajo el sol de Junio, puestos con ropa de imitación barata, tesoros como la Basílica de San Paolo Maggiore, señores barrigones de mirada traviesa, niños circulando en moto sin casco por dirección contraria en calles de un solo sentido, y por todas partes el olor a café recién hecho y masa frita.

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Quartieri spagnoli, uno de los mejores lugares que ver en Nápoles (el de las callejuelas angostas) 
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Qué vas a ver en Nápoles? Mucha ropa tendida en los balcones, obvio
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La Galería Príncipe: estábamos en Nápoles y de repente entramos en París

Las desaliñadas paredes sepia te dicen mucho sobre la ciudad que tienes delante. Están repletas de declaraciones de amor ochenteras. ‘Te amo, María, te amo’. ‘Eres mi destino, Enzo’. ‘Cásate conmigo, Isabella’. ‘Sueño con tus besos, Bianca’. ‘Espérame, Flavio, no te vayas’. Nápoles parece tan obsesionada con la muerte como con el amor. Entre las múltiples declaraciones de afecto, también hay muchísimos carteles de defunción pegados en las paredes, con fotografías del difunto.

Y, sin embargo, esta ciudad está llena de vida. La comida permanece especialmente en la mente. Porque Nápoles es un espacio diseñado para amantes de la gastronomía. La combinación de la calidad de los ingredientes disponibles y la pasión de los italianos por comer significa que tu estómago estará viviendo en una fantasía. Fue Goethe, enamorado de Nápoles y de su amante italiana, quien popularizó la frase “Ver Nápoles y morir”, promoviendo la idea de que nada podría eclipsar jamás a esta ciudad.

Esa misma noche, cenamos en un local gobernado por una señora que espantaría a la mamma Fratelli de los Goonies. No tiene página web, no acepta pagos con tarjeta ni tampoco tiene el mínimo interés en hablar contigo en un italiano convencional. Pero la comida estaba deliciosa. Y con la cocina italiana pasa como con las cosas que se convierten en pasiones en tu vida: cuanto más te gustan, más las practicas, y cuanto más las prácticas, más te gustan. 

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El otro volcán

Tal vez la ubicación tenga mucho que ver en el carácter de Nápoles, ambientada en esa amplia bahía que mira a los ojos de Capri, Ischia y Procida. O tal vez sea por la huella de sus colonos, primero los griegos, y después los romanos, los normandos y los españoles; o por la alargada sombra del crimen organizado. Pero esta es una ciudad que las ha visto de todos los colores, que se ha repuesto a cada uno de esos contratiempos y que, si tienes paciencia para descubrirla, te conquistará irremediablemente.

Nápoles es muerte: el lugar ideal para meditar acerca de la caducidad de la belleza, la importancia que tienen los pequeños momentos y que nos sirven de sosiego para cuando los grandes reveses ocurren. Son como goles que se les cuela a la vida; hay que seguir aunque vayamos con el marcador en contra, saber sobreponerse aunque que vayas perdiendo, pensar que el partido es largo e incluso los modestos tienen su oportunidad de anotar.

Y Nápoles es vida: los napolitanos, como narra Sorrentino en su película, sintetizan todo en una sola cosa: disfrutar más y preocuparse menos; algo que seguro tiene que ver con vivir bajo la amenaza del Vesubio. Ya sea a bordo de un barco con la luz que regala un atardecer de final de verano, cantando un gol de Maradona en el balcón de casa o creyendo estar enamorado tantas veces como sea necesario.

1 comentario en “Qué ver en Nápoles (antes de morir de amor)

  1. Ay que ganas de visitar Nápoles me ha dado tras leer esta publicación. 🫶🏽

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