Cuando apenas han pasado diez minutos conduciendo entre volcanes a través del Parque Natural de la Garrotxa y en la radio ya han sonado dos canciones diferentes de Kevin Morby, uno se pregunta, como si fuese Buzz Lightyear al descubrir que no es un astronauta de verdad sino un juguete, donde se encuentra su espíritu.
La Garrotxa es es el rincón más húmedo de Cataluña y la zona volcánica más grande de la Península. Inexplicablemente, no habíamos estado aquí antes. Estas fueron algunas de nuestras impresiones tras unos días recorriendo la región, sacadas directamente del horno.
Viernes, 11 de Septiembre
A primera hora de la mañana, la salida por la autopista que conduce a Girona ofrece la clásica estampa de una ciudad asediada por Godzilla. Hay tantas filas de coches alineados en caravana interminable que tenemos la impresión de que en Barcelona no quedan ni las macetas.
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Un puente románico sostenido por siete arcos y dos torres, custodia la puerta de entrada a Besalú, uno de esos pueblos que, de no existir, habría que inventarlo. Una gran parte de las murallas originales de la ciudad, del siglo XII, aún permanecen intactas.
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En Besalú, como en el resto del mundo conocido, es imposible encontrar sitio en una terraza. Ahogamos nuestras penas en un crepe de Nutella, que disuelve cualquier crisis emocional.

Siguiendo hacia el extremo sureste de La Garrotxa, la carretera asciende serpenteando entre robles y hayas. Nos detenemos y caminamos hacia un mirador: en el fondo distante, entre paredes de roca, se retuerce el río Fluvià, y más arriba distinguimos Castellfollit de la Roca, uno de los pueblos más pequeños de Cataluña y seguro uno de los más pintorescos, con sus casas al borde de una espectacular pared rocosa de 50 metros de alto.
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Estamos en esa fase de la evolución humana en la que entras en un supermercado en Castellfollit de la Roca y descubres patatas chips con sabor a huevos fritos. Este año están pasando más cosas increíbles de las que un cerebro normal puede procesar.
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Olot está rodeada por un entorno único, entre volcanes, bosques y valles. Buenas noticias: ninguno de los volcanes del parque está activo. La última erupción ocurrió hace unos 11.500 años. La capital de La Garrotxa es una ciudad discreta a primera vista. Solo después de un largo paseo notamos sus peculiaridades.
La gastronomía de la zona de La Garrotxa es reconocida por el concepto de cocina volcánica. Los restauradores apuestan decididamente por mantener e incorporar en sus platos productos propios de la comarca, reivindicando el valor y la riqueza autóctona. En ese sentido, las patatas de Olot (rellenas de carne) o los fesols (alubias) de Santa Pau son omnipresentes.
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Casi patino al pedir la cena en un restaurante. He leído pèsols (guisantes) creyendo que eran fesols (alubias). Menos mal. Pocas cosas en la vida tan aburridas, insulsas y prescindibles como los guisantes.
SÁBADO, 12 de Septiembre
Me acerco a la recepción del hotel a preguntar por una ruta de senderismo dentro de los volcanes de La Garrotxa. Un señor está haciendo el check out y pagando su cuenta. Se llama ‘Deseado Martín’. Estudio a Deseado, que sostiene un montón de folletos turísticos. Me pregunto si tener ese nombre lo ha ayudado o lo ha perjudicado a lo largo de su vida.
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Existen varias rutas para adentrarse en el Parque Natural. Una de ellas, la circular, conduce, durante unas cuatro horas, a los dos principales volcanes de La Garrotxa: el Croscat y el Santa Margarida. Entre árboles, con un sol veraniego y sobre un camino de fina arena roja, llegamos a los pies del primero.
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Las chancletas están muy bien para la playa, pero caminar con ellas sobre un terreno montañoso es tan recomendable como practicar zoofilia con un erizo.


En el volcán de Santa Margarida, tras una costosa subida y el posterior descenso hacia su cráter circular, nos encontramos, en medio de lo que hoy es un prado, la pequeña ermita que da nombre al volcán. Decidimos quedarnos a comer aquí mismo.
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Las fotografías de los volcanes de la Garrotxa tomadas desde el aire son impresionantes. Por eso, esta región es uno de los mejores lugares de Cataluña para hacer excursiones en globo.
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Dispuesta sobre un manto ondulante de restos de lava, la Fageda d’en Jordà es un reino de hayas en calma, donde la luz del sol se filtra a través del delicado follaje geométrico que nos rodea.
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Por la noche, una sinfonía de grillos y lagartijas nos acompañan de regreso al hotel.



dOMINGO, 13 de Septiembre
En el pueblo de Santa Pau, nuestra última parada, la vida es tan tranquila que casi pueden oírse las palpitaciones del tiempo.
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¿Por qué permiten aparcar dentro del casco antiguo de esta clase de pueblos, con lo pequeños que son? Estropean gran parte del encanto.
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Los Gorgs -primera noticia- son piscinas naturales de poca profundidad formadas en algún tramo de un río o un arroyo, y por lo visto son bastante comunes dentro del Parque Natural de la Garrotxa.
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Recién salidos del agua. PROS: parece que hemos caído en Tailandia. CONTRAS: el agua está tan fría que podríamos hacer copias de llaves con nuestros pezones.



DOMINGO, 13 de Septiembre, unas horas más tarde
Hay una escena de True Detective, donde el detective Martin Hart pregunta: »¿Reconoces los buenos tiempos cuando los vives? ¿o esperas a que lleguen hasta que pillas un p*** cáncer y ves que los buenos tiempos han pasado?»
Si algo hemos aprendido este año, es que la vieja normalidad era una hamaca, y que la vida, después de todo, está compuesta de ciertos momentos por aquí, y ciertos momentos por allá.
Disfrutémosla.
Pues que nos llenemos de momentos y que casa momento cuente. Que en España podamos andar entre volcanes es toda una sorpresa. Yo soy aficionado a los guisantes, es que hay gente pa to en esta vida. Jejejeje.. una entrada muy entretenida..
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Cómo? Guisantes? Esto es un golpe bajo! Los mojarás en vino, o algo 🙂
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Salteados me gustan mucho, puede que no sea de este mundo .un abrazo..
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