El profesor de Psicología William Marston desarrolló en los años cuarenta un modelo de conducta social y emocional, el DISC, apoyado en los siguientes aspectos clave: Dominio, Influencia, Serenidad, Conformidad. El estudio, que compartió con la también psicóloga Elizabeth Holloway y con Olive Byrne, sostenía que los comportamientos humanos (ojo, no la personalidad) se pueden categorizar, porque, aunque todos somos diferentes, todas las personas -mentalmente sanas- somos predecibles, y por tanto, clasificables en cuatro tipos diferentes, que indican de qué manera experimentamos el mundo. A través de esa hipótesis, trataré de explicar por qué para nosotros esta ruta por el norte de Vietnam es tan especial.
Leer sobre algún lugar lejano y exótico puede ser un placer por sí mismo, y desde tu sofá puedes agradecer el hecho de estar leyendo sobre alguna aventura fallida sin tener la cara cubierta de polvo y la piel castigada por los mosquitos. Pero leer también puede ser un estímulo muy intenso para viajar. La lectura, sumada a una sana curiosidad y a la idea de que el mundo real estaba en otra parte, nos empujó hasta Vietnam. Con tantísima información a nuestro alcance, teníamos más motivos que nunca para hacer las maletas: ver de cerca, escuchar, saborear, descubrir, aprender y también, de vez en cuando, sufrir las consecuencias de esa curiosidad.

1. DOMINIO
Aquí encajarían esas personas a quienes les gusta decir al resto lo que han de hacer, con lo cual es lógico que aquí vaya la razón esencial por la cual planeamos esta ruta por el norte de Vietnam: la bahía de Ha Long. Este espectacular lugar gobernó nuestro presupuesto e itinerario cuando nos pusimos a organizar el viaje. Las torres de la bahía de Ha Long se proyectan como un ejército de 3.000 islotes de piedra caliza anclado en las cálidas aguas del mar. En un día de niebla, debe de ser lo más parecido a llegar a la isla Kong que hay en el mundo.
Acertarás seguro si 1) Eliges un barco de nivel medio por encima de opciones sospechosamente económicas y 2) Te alojas dos noches a bordo; la inmensa mayoría decide quedarse solo una, pero viniendo desde Hanoi, el tiempo se te echará encima irremediablemente.



2. INFLUENCIA
Un influyente es el resultado de combinar la extroversión y la emoción, por lo que su energía está canalizada hacia las personas. Es sociable, locuaz e inspirador, pero como nadie es perfecto, también puede ser descuidado, impulsivo e indiscreto.
Una descripción que encaja a la perfección con Hanoi, probablemente la primera parada de cualquier ruta por el norte de Vietnam, y una ciudad que influyó enormemente sobre nosotros a posteriori; nunca se nos había ocurrido pensar que un lugar caótico, ruidoso y sucio podría tener tanto atractivo. Vale, es probable que no veas la Indochina de Graham Greene, esa embriagadora mezcla de humedad, corrupción, telegramas misteriosos y trajes de seda, pero date una vuelta en uno de los millones de tuk-tuks que abarrotan las calles de la ciudad y te harás una idea de lo que hablo.
Para nosotros, sin Hanoi no habrían venido luego Phnom Penh, Jaipur o Maputo.


3. SERENIDAD
Serían aquellas personas que vuelcan su energía hacia su interior, a quienes les gusta escuchar y aceptan de buena gana al resto de individuos. Sin embargo, también pueden ser lentos y reacios a los cambios.
Después de unos días en Hanoi, decidimos que la siguiente parada en nuestra ruta por el norte de Vietnam sería Ninh Binh, un antídoto para el ajetreo sin fin de la capital vietnamita. Se trata de un paisaje de piedra caliza que emerge desde los arrozales como en una pintura, adornada con hojas de loto, búfalos y ráfagas de gansos que huían a nuestro paso.
Lo más sorprendente, quizás, es el cañón de Tam Coc, donde los acantilados y cuevas se suceden a lo largo del río Ngo Dong. La gente local ha aprendido a navegar en los pequeños botes de remos con los pies, un truco que les deja las manos libres para comer y beber mientras se desplazan.


4. CONFORMIDAD
Introvertidos y calculadores. Y, como tal, las emociones no son su fuerte, por lo que suelen ser tímidos y les cuesta expresar qué sienten.
Un viaje en tren nocturno (más bien una coctelera) desde Hanoi te deja a la mañana siguiente en la antigua estación colonial de Sapa, en lo que los franceses llamaban los Alpes de Tonkín, cerca de la frontera con China. La principal atracción de Sapa son sus campos de arroz de color verde intenso para recorrer a tu aire, rodeado de montañas y pueblos tribales.
Cuando estuvimos allí, éramos muy recelosos a la hora de entablar conversación con las personas que nos cruzábamos en el camino, puesto que, aunque inexpertos, sospechábamos que el turismo de masas terminaba por convertir a esta gente en caricaturas que posaban y se aprovechaban de uno. Esto era evidente en Sapa, pero no así en los alrededores; allí la vida tenía una textura distinta, más difícil, pero -la palabra auténtica suena muy condescendiente- más humana y real.


William Marston, Elizabeth Holloway y Olive Byrne eran tres espíritus libres en un mundo lleno de ataduras, y esa necesidad de romper con los tabús que nos obstruyen se convirtió en su modo de vida. Precisamente, ese triángulo amoroso influiría años después en Marston para la creación del cómic por el cual se le recuerda: Wonder Woman.
Nosotros, aunque entonces no lo sabíamos, con los años comprendimos que Vietnam nos había hecho definitivamente viajeros; fue como encontrar la aguja en el pajar; una especie de hogar lejos del hogar que cambió para siempre nuestra mente y nuestra forma de ver el mundo. Y, observando nuestro comportamiento, creo que la clave de la teoría de Marston no es descubrir si estamos más cerca de un perfil o de otro, sino comprender la diversidad y la riqueza que supone estar con personas diferentes a uno mismo.
Algo recomendable en nuestro día a día, pero imprescindible cuando estamos lejos de nuestro entorno.
Yo también disfruto de las ciudades sucias y ruidosas. Esas ciudades llenas de vida y con sorpresas al girar cada esquina. De la entrada de esta semana me quedaría con la bahía de halong. Sueño con poder navegar por sus islotes en un mundo libre de covid19. Sueños de los viajes futuros. Feliz semana.
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Da igual que huela a calcetín sudado o que te puedan atropellar veinte veces por minuto, Hanoi mola muchísimo 😊 A ver si inventan algo ya para este agotamiento mental, y podemos soñar con largarnos pronto 😄 Un abrazo!
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