Desierto de Atacama, un viaje a las estrellas

Supongo que habéis visto Gattaca. Protagonizada por Ethan Hawke y Uma Thurman, trata de un futuro en el que el destino de cada ser humano está condicionado por el potencial genético que muestra al nacer. Es una de mis películas favoritas; Jerome, el protagonista, intenta burlar su futuro predeterminado para convertirse en astronauta. Me he acordado de esta película mientras dejábamos atrás Uyuni para viajar en busca de las estrellas en el desierto de Atacama, al norte de Chile.

En la película, Jerome compra la identidad genética de otra persona y utiliza todo tipo de artimañas con el fin de lograr su objetivo. Como carece de las habilidades necesarias por naturaleza, debe hacer un esfuerzo extraordinario para poder estar a la altura de las exigencias que requiere su profesión soñada. Para nosotros, en estas latitudes, el principal desafío ha sido adaptarnos al clima de un lugar particularmente inhóspito, el desierto más alto y seco del mundo, pero, viniendo de donde veníamos, resultó muy sencillo.

Aunque en Sudamérica, donde los trayectos en autobús se convierten en maratones de películas en español latino, galletitas de chocolate y paisajes sobrecogedores, siempre hay sorpresas. Al llegar a la frontera, en el paso de Ollague, las autoridades locales registraron nuestro autobús durante más de tres horas. Una total pérdida de tiempo, bajo mi punto de vista. Cualquiera que haya visto Breaking Bad sabe que transportar drogas en un vehículo lleno de turistas es demasiado previsible. Cuando proseguimos la marcha, teníamos muy claro que aquella no era la bienvenida que esperábamos.

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Atacama a lo lejos, desde la ventanilla del autobús; el paisaje compensa con creces las horas en la carretera
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Para nosotros, Atacama ha sido un viaje de luces y sombras

Oscar Wilde decía que tan sólo hacen falta dos cosas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Pero en este momento, pasando unos días en San Pedro de Atacama, siento que no tengo mucho que decir. Este es un pueblo muy pequeño, orientado casi en su totalidad al turismo, sin mucho encanto. Los precios, además, son prácticamente europeos, algo que nuestro bolsillo no se puede permitir ahora. Con lo cual, nuestras opciones en todas las agencias que tanteamos pasan por hacer siempre lo mismo: trayectos en autobuses con muchos otros turistas para ver la atracción de turno y regresar a San Pedro al cabo de unas pocas horas. Aquello, comparado con el maravilloso viaje por Uyuni que hicimos días atrás, nos sabía a poco.

Supongo que lo que trato de decir es lo siguiente: un viaje largo tiene millones de ventajas y algunos inconvenientes. Uno de ellos es que, por presupuesto, no siempre puedes hacerlo todo. Y otro que tu capacidad de sorpresa se resiente enormemente. No es lo mismo llegar aquí viniendo desde tu casa que hacerlo desde el salar más grande del planeta. Pero, aún así, Atacama, con su gran altitud, atmósfera árida y falta de contaminación lumínica, es uno de los mejores lugares de la Tierra para observar las estrellas. Esta fue la razón principal que nos trajo hasta aquí, a Chile, en lugar de bajar directamente hacia Argentina, nuestra próxima parada. Aunque esta vez, la suerte no estuvo de nuestro lado. ¿Nuestra cruz? La luna llena.

Maldita luna. Nadie nos había dicho nada al respecto. En la idea de normalidad con la que vamos organizando el viaje, en la cual decidimos que el pasado viernes era un buen momento para venir al desierto de Atacama a ver las estrellas, no caímos en la posibilidad de que hubiese luna llena. Contemplamos otros factores, como incluso ser sorprendidos por una estampida de velociraptors con plumas, pero no ese. Pero a todos, viajando, como en nuestro día a día, nos pasan continuamente cosas buenas y cosas malas, sin ningún tipo de rigor, de modo que al final, un día normal es aquel en el que no te pasa ni lo uno ni lo otro, y transcurrida una semana, casi ni lo puedes recordar. A partir de ahora, lo tendremos muy presente (nota: seguro que lo olvido).

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¿Algún marciano en la sala?
Desierto Atacama
El desierto es un sinvivir; ni agua, ni kioskos, ni rotondas, ni nada
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Alma de Tuareg y outfit de entreguerras

Ya que no veríamos estrellas en el Desierto de Atacama, buscamos alternativas para no haber hecho el viaje en balde. El Valle de la Muerte parece un nombre apropiado para un lugar donde el único signo de vida parece ser el puñado de cucarachas zigzagueando por las laderas debajo de nosotros. Continuamos hacia el Valle de la Luna, donde vimos caer el sol sobre sus pronunciados accidentes geográficos. Los acantilados y dunas de color azafrán nos recordaban a esas imágenes de la NASA sobre las superficies marcianas. 

¡Stephen Hawking! ¿No fue usted el que inventó la gravedad? – Philip J. Fry

Tenemos la sensación de estar otro mundo en el desierto de Atacama, por lo que es lógico que se haya convertido en uno de los sitios más importantes del planeta para explorar lo que se encuentra más allá de nuestra atmósfera. Es aquí, en este paisaje remoto, donde se basa el proyecto astronómico más grande del mundo. Inaugurado en 2013, ALMA es un plan de colaboración global para estudiar los componentes de las estrellas. Desde aquí, los científicos pueden observar el nacimiento de planetas cerca de nuestro sistema solar, y detectar así galaxias distantes que se forman en el borde del universo observable. Mis conocimientos sobre astrología son limitadísimos, pero tengo la sospecha de que los descubrimientos en esta materia -por el momento- solo generan más y más preguntas.

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Al César lo que es del César; no vimos estrellas, pero el desierto de Atacama ofrece uno de los mejores atardeceres del planeta
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Dalí estaría muy orgulloso
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Hay más vida inteligente detrás de tu nevera que en lugares como este

Atención, festival de SPOILERS: Gattaca tiene un final feliz. Jerome realiza su sueño y se hace astronauta. Nosotros seguimos de lleno con nuestra aventura alrededor del mundo, y mantendré la esperanza de que nos suceda lo mismo que a él. (La parte de realizar su sueño, no la de ser astronauta. Viajar al espacio se me antoja demasiado temerario teniendo en cuenta mi miedo a las alturas).

*Este post fue escrito originalmente en Junio del 2018

*Al final, lo conseguimos

6 comentarios en “Desierto de Atacama, un viaje a las estrellas

  1. Mal vale tarde que nunca, me a gustado la entrada. A mi el desierto siempre me fascina, pero claro las comparaciones son odiosas. Uyuni es mucho Uyuni. Gattaca es también mi película favorita. Feliz semana.

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    1. Hay una frase de William Blake: “Cuando las puertas de la percepción se abran, veremos las cosas como realmente son: infinitas”. Le sirvió a Jim Morrison para bautizar a su grupo y a mí para creerme un lagarto cuando llego a cualquier desierto; es la última parada. Después de eso, no hay nada más. Solo queda meter las manos en los bolsillos y deshacer el camino 🙂 Gattaca es buena, buena 🙂 Un abrazo!

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  2. Xavier Rodríguez 3 noviembre, 2020 — 17:10

    Uyuni ha de ser fascinante. La verdad es que un desierto que he visitado 2 veces es el Death Valley —California— y tiene un encanto que fascina. Lo repetiría otra vez, hasta por una semana.
    Los desiertos abren una ventana desconocida en uno mismo, el interior trabaja hasta límites insospechados.
    Muy recomendable.
    Gracias por compartir tus experiencias viajeras !!

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    1. Completamente de acuerdo. Para mí estar en un desierto es lo más parecido a cruzar a la otra dimensión, o al interior de un reloj de arena; el tiempo se detiene y te sientes libre, pero, al mismo tiempo, atrapado en esa inmensidad. Death Valley tiene que ser espectacular también. Gracias a ti por leer, Xavi! 🙂

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  3. ¡Estupenda experiencia! Me ha gustado la narración y las observaciones, además -por supuesto- de las fotos tan evocadoras. Hace 7 años que anduve por esas tierras altas. Iba dejando mis impresiones sobre la marcha, aprovechando los ratos en los que podía disponer de un ordenador. Por si sientes curiosidad, te dejo aquí el enlace:
    https://viajarporlosmundos.wordpress.com/2019/01/20/el-desierto-de-atacama-chile/

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    1. ¡Gracias! 🙂 Atacama es dinamita emocional. A ver si podemos volver pronto, o hacernos astronautas, o lo que sea. Un abrazo!

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