Harry M. Warner, presidente de la compañía cinematográfica más importante del mundo, está sentado en su despacho, estudiando cómo salvar a su estudio de la bancarrota. De pronto, alguien tiene una idea: sugiere ponerle voz a las películas. La réplica del Sr. Warner pasaría a la historia: »¿Quién demonios quiere oír hablar a los actores?», cuestionó. Pero sus hermanos no lo vieron tan descabellado. Era 1927, y tras el estreno de »The Jazz Singer», nada volvería a ser igual. La verdad es que cuando te quedas solo defendiendo una idea es un tanto lastimoso. Cuando tus amigos, tu familia, tus compañeros de trabajo y el siempre entrañable ministerio de asuntos exteriores adoptan la postura del Sr. Warner es, además, un poco preocupante. Con un viaje nunca nos había ocurrido antes, pero Irán mereció un veredicto unánime para todo nuestro entorno: »¿Irán?! ¿pero quién #¬%@?! quiere viajar a Irán?».
Y si realizo este apunte es porque Irán se considera carne de cañón en casi todo tipo de tertulias. Y personalmente, aquel viaje me sigue emocionando y alucinando a partes iguales.
Porque Irán es un lugar extraordinario, y sus habitantes son un pueblo acogedor y hospitalario, como ningún otro que hayamos conocido. Por una parte, existe una milenaria civilización que esconde algunos de los mayores tesoros de la arquitectura y el arte islámicos: las ruinas de Persépolis, la plaza de Isfahán, los palacios de Teherán o la laberíntica ciudad del desierto de Yazd, entre otras. Por otra parte, tenemos el Irán moderno, un país del cual escuchamos mucho pero del que sabemos más bien poco.




Ignoro si existe una enorme conspiración para mantener a Irán en secreto a pesar de que actualmente sea un destino fascinante. Irán atrae más o menos la cantidad de atención adecuada por parte de los apasionados de los viajes y los miembros de los medios de comunicación. Y aunque sea una apuesta atractiva, quizá Irán todavía no haya demostrado que merezca la atención que se presta habitualmente a otros destinos. QUIZÁ.
En la pugna que mantienen desde hace años el gobierno americano y el gobierno iraní, los primeros son los héroes y los segundos, los villanos. Esto es un síntoma de un problema más amplio. Vivimos en una época dominada por la inmediatez. Las historias se vuelven cada vez más simples. Ciudades, razas, países o actitudes nunca son identidades buenas y malas; o son buenas, o son malas. Estados Unidos: bueno. Irán: malo. Nuestros cerebros, apresurados por pasar a lo siguiente, aceptan esta sinopsis y pasan a otros asuntos.
Al final, terminaremos por convertir las noticias en una viñeta cómica y a las personas en caricaturas. Los americanos serán individuos con sobrepeso a los que les gusta mucho ir de compras e invadir países en nombre de la democracia. Y los iraníes serán aquellos individuos con la nariz muy grande que forman parte del conocido eje del mal.




No, la única conspiración que hay es la que existe entre nuestro cerebro y sus prejuicios. Esos prejuicios cambian nuestra percepción de la realidad y crean un ángulo muerto. Por suerte, el secreto para solucionar los ángulos muertos es bastante sencillo: solo tienes que mirar con algo más de atención. O en su defecto, hacer las maletas. Como proclamó en su momento Mark Twain, »Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”. Entonces, la verdad se vuelve tan evidente como una araña en un plato de spaghetti.
Así que no arrojemos la toalla. Sigamos esforzándonos. Sigamos pensando por nosotros mismos. Y sigamos bromeando con el hecho de que los iraníes tienen la nariz muy grande. Pero no olvidemos que por lo demás, nuestros prejuicios carecen de fundamentos sólidos. Y de eso, los iraníes no tienen la culpa.
Casualmente hace unos meses me propuso un amigo hacer un viaje a Irán. Tal vez yo estaba más dispuesto, pero mi mujer se negó en redondo ante la situación de las mujeres en el país árabe. Confieso que a mí tampoco me tranquilizaba demasiado el panorama general de la política iraní. Pero, en fin, mis amigos fueron… y volvieron. El resultado fue un viaje bastante envidiable, conocieron a gentes muy hospitalarias y amables, disfrutaron con las visitas y, a pesar de las incomprensibles limitaciones para las mujeres, el trato resultó ser amable y cordial. No sé si ante una nueva ocasión aceptaría o no la idea de viajar a Irán, lo que sí sé es que no es el único país del mundo que me produce sensación de inseguridad.
Salud.
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Había intentado dejar un comentario. No sé si se publicará o no. Decía, resumiendo, que ante la posibilidad de viajar a Irán no lo hice por cuestiones de seguridad y la situación de la mujer. La experiencia de los amigos que sí fueron, pasando por alto lo relativo a la mujer, resultó ser positiva. También decía que no es el único país del mundo sobre el que tengo mis reservas.
Salud.
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Hola, Julio! Lamentablemente la situación de la mujer sigue siendo un tanto funesta, y entiendo que a algunas personas no les apetezca adaptarse a esa realidad a la hora de viajar. En nuestro caso, Ángela tomó la decisión después de darle muchas vueltas y, al final, resultó menos incómodo de lo esperado. Por otra parte, respecto a la inseguridad, nuestras dudas se disiparon después de apenas unas horas en Teherán. La gente es tan hospitalaria con los extranjeros que hacen estar muy tranquilo en todo momento, aunque esta percepción es lógicamente algo muy subjetivo. En ese sentido, te animaría a viajar a Irán, sin duda alguna. Salud!
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¡Hola! ¡Mil gracias por seguir «manologo». He tratado varias veces de suscribirme a tu blog (que me parece muy interesante) pero WordPress me dice, cuando introduzco mi correo, que use uno válido y este es el que tengo hace 20 años o más… No sé que pasa, porque nunca me había sucedido… ¡Feliz blogging! Espero que me lleguen tus posts. ¡Abrazo! Manolo. 🙂 🙂
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Hola! No sé que pudo pasar, la verdad, pero gracias por perseverar 🙂 Un abrazo igualmente!
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Hermano, que gran experiencia. Irán está en mi lista de pendientes. El resto del mundo pensará que loco fuiste al irte allá pero no se imaginan lo que tú encontraste y viviste. Gran post. Saludos. Mundo Varlo.
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Gracias, @mundovarlo! A veces hay que dejarse llevar por las ilusiones y no por los prejuicios. He dicho 🙂 Un abrazo!
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Pues yo tengo Irán entre ceja y ceja! Me parece alucinante desde casa, asi que estar allí debe ser impresionante
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Un viaje como los de antes, ajeno a la globalización. 100% recomendable 🙂
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Viajar a Irán es definitivamente fascinante! Lo primero, es encontrar gente que se alegra de que vayas a visitar tu país, tanta es su alegría que te paran en la calle para tomarse fotos contigo, la belleza de sus monumentos todos bien conservados, la seguridad: Nunca me había sentido tan segura como allí, no tienes que estar cuidando la cartera, ni mirando de reojo si alguien te va a perseguir o a robar, podría decir que es el mejor viaje que he hecho en mi vida.Claro que allí no existen las libertades que tenemos en otros países, también ocurre que según nuestra visión occidental, no compartimos el trato a las mujeres (Aunque allí estudian y trabajan en empresas) y habrán mil aspectos sociales y políticos que no van con nuestro modo de ver la vida. Pero todo ello no lo considero obstáculo para ir a disfrutar de las maravillas milenarias que allí existen y conocer en carne propia que el «eje del mal» no es como lo pintan.
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Coincido totalmente. Yo siempre digo que una cosa es la clase dirigente de un país, y otra muy distinta la gente que lo habita. Normalmente tendemos a meterlos a todos en el mismo saco, basándonos, sobre todo, en prejuicios. Nada como viajar para formarte tu propia opinión y darte de bruces con otros puntos de vista. Un abrazo!
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