El tren de Cuamba a Nampula

En el mundo actual se ha ido extendiendo la idea de que todo tiene alguna explicación. Nuestros cerebros han adquirido el absurdo hábito de buscar la lógica a cualquier contratiempo. Añoro aquellos años en los que jugaba con mi hermano a la Nintendo, y de repente, dejaba de funcionar. Sin perder la calma, sacábamos el cartucho, le soplábamos y lo volvíamos a poner. Aquello no tenía ningún maldito sentido, pero daba resultado. ¿Por qué? No tengo ni idea. Tal vez, en el fondo, hasta las circunstancias más extrañas están conectadas entre sí, y si alteras una, modificas la siguiente, haciendo que todo el proceso se vuelva favorable. Eso nos pasó antes de viajar en el tren de Cuamba a Nampula, en Mozambique. Todos los elementos parecían jugar en contra, pero nos sobrepusimos y logramos disfrutar de algo memorable.

No sabíamos de dónde procedía el autor de una conocida guía de viajes, quizá del inframundo, al afirmar que Cuamba era una »ciudad atractiva», porque Cuamba puede ser muchas cosas, pero atractiva me parece que no. Está claro que los mejores consejos para un viaje no están en ninguna guía, ni en ningún blog, sino en la voz de la gente que encuentras en el camino. »No os quedéis en Nampula si no es necesario, id directos hacia Isla de Mozambique». Son las palabras de Rafael, un médico español que habíamos conocido días atrás en South Luanga, Zambia. No nos lo tomamos a la ligera, más sabiendo de dónde veníamos.

tren nampula cuamba
Bom dia, Moçambique
tren cuamba mozambique
Ya no se hacen paisajes como estos

Hay seis pasos fronterizos entre Malawi y Mozambique: nosotros utilizamos el de Chiponde a Mandimba. A pesar de todo lo que preguntamos y rebuscamos, nos fue imposible encontrar información sobre qué nos encontraríamos allí. Los puestos fronterizos de los dos países están separados por algo más de un kilómetro. Algo más de un kilómetro de tierra de nadie, la clase de lugar en la cual no te conviene perderte. ¿Y, qué nos encontramos? Muy fácil: policía corrupta hasta la médula. Debimos suponerlo cuando en la embajada en Maputo recomienda encarecidamente llevar el visado ya tramitado.

Desde el puesto de Mozambique, hay 6 kilómetros hasta Mandimba, el primer poblado. Y desde ahí, otros 130 km hasta Cuamba. En total, desde Monkey Bay, en Malawi, hicimos algo más de 250 km que, entre caminos impracticables, sobornos y controles policiales, tardamos en completar unas doce horas. Psicológicamente, fue un trayecto muy exigente. Para Ángela también lo fue físicamente, recién salida de pasar la malaria.

Si Cuamba era poco atractiva, la pensión en la que dormimos era, cómo decirlo, un agujero de mierda. Todos conocemos a alguien (ese alguien puedes ser tú mismo), que pasa una cantidad de tiempo exagerada en el baño, arreglándose, leyendo o lo que sea. Un buen amigo guarda toda su colección de cómics de Astérix y Obélix justo al lado de la taza del váter. Es algo que me ha fascinado desde siempre. Me gustaba imaginarlo allí, en Cuamba, para reirme de mi propia desdicha. Quizá solo así uno se aclimata a las situaciones absurdas, y aquel baño sin duda lo era. Fueron momentos que, vistos en retrospectiva y con cierto poso de nostalgia, ahora me parecen un sueño, cosas a las que me adapté sin saber muy bien cómo.

tren Cuamba Nampula
Mozambique requiere bastante paciencia por tu parte, pero es un destino increíble
tren cuamba nampula
La llegada del tren entre Cuamba y Nampula es siempre un acontecimiento popular
nampula camino
El interior verde y salvaje de Mozambique es un lugar tan difícil de alcanzar como bonito

El tren de Cuamba a Nampula cubre una distancia de 350 km y ha estado transportando pasajeros por Mozambique desde 1912. El tren sale a las 5 de la madrugada, en un viaje de más o menos diez horas. Es imprescindible para tu salud mental comprar el billete un día antes de la salida, si quieres evitar hacer cola recién levantado en medio de una multitud impetuosa.

Nosotros llegamos a la estación a eso de las 4 am. La cantidad de gente que vimos allí era impresionante, más teniendo en cuenta que en los días previos la ciudad tenía el aspecto de uno de esos lugares abandonados en los que se ruedan viejas películas del Oeste. Cuando los guardias abren las puertas para entrar en los vagones de Segunda Clase, aquello se convierte una carrera de obstáculos a oscuras. La clase ‘Ejecutiva’ es casi lo mismo, pero con menos posibilidades de morir aplastado. Una vez dentro, tocará esperar un rato a que amanezca, ya que el tren carece de iluminación alguna.

Pero la verdad es que, de todos los medios de transporte en los que alguien puede viajar, este es, con creces, mi favorito. La noción del viaje como una visión continua; una sucesión de diapositivas a través de la ventana. Mientras avanzaba el tren de Cuamba a Nampula, me invadía una total sensación de libertad; la maravillosa sensación de tener las llaves de las cosas. Además, y esto es algo que en los trenes suele ocurrir cuando el viaje cubre largas distancias, sientes que, en pocos minutos, alguien expone su vida ante ti, y luego tú haces lo mismo con esa persona. Todos los momentos de nuestra vida se ven reducidos a una simple conversación en un vagón: ”nací en primavera”, ”me disfracé de alcachofa”, “fui a la universidad”, ”me comprometí con una chica”, ”cogí el único tren en uso de todo Mozambique”. Y luego al llegar os despedís para no volver a veros nunca.

cuamba mozambique
África; ¿qué más se puede decir?
Mozambique viaje
Estado mental: Hakuna Matata

No hay comida disponible a bordo. En las frecuentes paradas que va haciendo el tren de Cuamba a Nampula vemos las mismas señales de desesperación que habíamos visto ya en otros lugares de África. Esa angustia por quien intenta vender algo cuando nos detenemos unos minutos en las pequeñas estaciones ferroviarias. Este es un continente estancado en la miseria y la desigualdad, que se sacrifica por mantener nuestro bienestar.

En Mozambique, un país inmenso, recorremos kilómetros y kilómetros y siempre tenemos el mismo horizonte; una sucesión de colinas de cimas redondas y sensuales, con caminos de tierra fracturados por pequeños poblados de paja, perdidos en la uniformidad del entorno. Pero »A favor de los trenes africanos», escribió Javier Reverte, »Cabe decir que todavía conservan el sabor de los antiguos viajes, y producen la sensación de que vas muy lejos, hacia lugares desconocidos, la emoción de la aventura, en suma, la más intensa de las emociones que puede empapar el corazón humano».

Tiene razón. Después de todo, África no ha cambiado, y me temo que nunca lo hará. Es porque África es alegre y triste a la vez. Porque es demasiado contradictoria para que alguna vez podamos comprenderla. Porque allí las cosas no tienen ningún sentido. Y porque para arreglarlas, no basta únicamente con soplar.

4 comentarios en “El tren de Cuamba a Nampula

  1. Africa desde luego que enamora. Puede ser complicado y con sensaciones agridulces en algunos momentos pero esos paisajes, esa gente… Mozambique debe ser espectacular, llegasteis a visitar las Quirimbas? Nos dijeron que tienen un buceo impresionante.

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    1. Nosotros no vemos la hora de volver a África, nos dejó muy locos 🙂 Por lo que os he leído, tengo Tanzania entre ceja y ceja 🧐 A las Quirimbas no pudimos subir, las cosas estaban un poco revueltas en el camino hacia allí, no quisimos arriesgar. Además de presupuesto íbamos justos ya 😅 De todas todas, en Bazaruto también hay un buceo espectacular, a mar abierto, que sí pudimos hacer 😄 (Lo escribo y se me caen las lágrimas 😭)

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  2. Me ha encantado tu relato, da igual lo cutre que sea el hotel o que te veas aplastado en el tren o que no tengas nada para echarte a la boca, supongo que son todas esas sensaciones, las que dan vidilla del viaje son las que luego se recuerdan con más nostalgia porque al final, no es un viaje, es una aventura. Parece que no cambian las cosas, pero aunque sean sutiles cambian y lo peor es que en determinados lugares no para mejor y es verdad, para cambiar las cosas no basta con soplar. Buena tarde¡¡¡

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    1. Muchas gracias 🙂 Supongo que al final, como casi todo, viajar es pragmático cuando gobierna la razón y es maravilloso cuando gobierna la emoción. Por eso creo que muchas veces recordamos estos momentos, cuando la cordura salta por los aires y nos dejamos llevar por la corriente. La aventura, como dices. Es lo mejor 🙂 Un saludo!

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