100 veces perdiendo el norte

«Todos los hombres sueñan, pero no de igual manera; aquellos que sueñan de noche, en los oscuros recovecos de sus mentes, se despiertan por la mañana para descubrir que todo se ha desvanecido. Pero los que sueñan de día son hombres peligrosos, porque actúan sobre sus sueños con los ojos abiertos para hacerlos realidad» T.E. Lawrence 

Que la vida es una colección de objetos inútiles que acumulamos y de la que nos cuesta desprendernos lo sabemos todos. Cuando el escritor Sergei Dovlátov abandonó la Unión Soviética, únicamente le permitieron hacerlo con una maleta, como quien coge lo imprescindible antes de salir por patas.

Años después, ya instalado en Nueva York, se reencuentra con ella, olvidada en un armario. Dentro había ocho objetos, cada uno con una historia detrás. Ocho historias que componen uno de mis libros de cabecera, ‘La Maleta’, y que sirven para comprender hasta qué punto la tragicomedia y el absurdo pueden explicar las miserias y las grandezas de nuestras vidas. 

El eje central de todas ellas es la condición humana, donde el autor remarca el carácter metafórico de la maleta y el bagaje de las distintas experiencias que todos llevamos encima. De esa manera, las cosas sin demasiado valor material pueden evocar un tesoro en forma de lección de vida. Lo esencial no está a la vista, lo llevamos dentro.

«Hay una razón para que cada libro, incluso los que no son muy serios, tenga la forma de una maleta». Sergei Dovlatov

Todos llevamos una maleta, donde guardamos recuerdos, sensaciones, emociones vividas. A veces se acumulan tantas que resulta difícil poder cerrarla para emprender un nuevo viaje, un nuevo camino. Pero la maleta siempre nos acompaña, es un lastre, pero también es algo a lo que aferrarnos por miedo o inseguridad. También es un lugar donde también ocultar nostalgia y desencanto.

Este blog tiene forma de maleta, o más bien, pretende tenerla, porque una maleta también es un símbolo, una actitud, un lugar al que dirigirnos. Una ilusión o una huida. Y no solo la huida por la huida. Existe la pasión por la aventura, esa curiosidad inquebrantable que algunos llevamos dentro desde pequeños.

A lo largo de estas cien entradas del blog, intenté arreglármelas para contar con cierta dignidad lo que nos hemos encontrado viajando por ahí. Porque uno viaja del mismo modo en que la gente vive: esquivando los altibajos de la única forma que sabemos, es decir, aguantando y esperando que suceda lo mejor, sin dejar de cometer por el camino errores clamorosos y lamentables.

Al menos, creo que jamás he utilizado la palabra ‘mágico’ ni he juntado ‘moderno’ y ‘tradicional’ en la misma frase. Y también he aprendido que la vida, después de todo, puede resumirse a través de una serie de acontecimientos triviales narrados con sencillez, porque los delirios de grandeza se van por el desagüe y, al final del camino, te quedan algunas fotos, los recuerdos y el deseo impetuoso de volver a la casilla de salida.

Felices viajes. Gracias por leernos.

2 comentarios en “100 veces perdiendo el norte

  1. Felicidades por tu 100 cumpleaños, estamos deseando leer las 100 siguientes y las que vengan después. Un beso.

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    1. Gracias Horacio! Lo que el hígado aguante 🙂

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